El Infante fue elegido por la FIO por sus notables cualidades humanas, por su condición de auténtico pionero de la Aviación Española y por su formidable proyección profesional. Fue, y sigue siendo si duda, un ejemplo a seguir y constituye, por lo tanto, una figura emblemática para todos los pilotos, muy especialmente para esta institución, la Fundación Infante de Orleáns, que se honra en llevar su nombre.
S.A.R. D. Alfonso, María, Francisco, Antonio y Diego de Orleáns y Borbón nació en Madrid el 12 de noviembre de 1886. Es hijo de la Infanta Dª Eulalia de Borbón y de D. Antonio de Orleáns y su ascendencia por la línea materna fue la Reina Isabel II y su esposo D. Francisco de Asis; por la vía paterna Dª Luisa Fernanda y D. Antonio María de Orleáns Duque de Montpensier.
Así pues, el Infante era biznieto de Reyes (Fernando VII y Luis Felipe I, el último rey de los franceses), nieto de la Reina Isabel II y del Duque de Montpensier (el que fuera pretendiente a la Corona de España), sobrino del Rey Alfonso XII, primo hermano del Rey Alfonso XIII, tío de D. Juan de Borbón y Battenberg y finalmente tío abuelo de S.M. D. Juan Carlos I Rey de España.
Su infancia
Se crió en España, Francia e Inglaterra y, como muchos niños de su condición, se educó en los mejores colegios, supervisado principalmente por su madre la Infanta Eulalia. Una legión de institutrices y profesores particulares se encargó de los idiomas, alcanzando desde muy niño un espectacular dominio del inglés, el francés, el alemán y el materno, idiomas que hablaba con gran fluidez cambiando de uno a otro con gran facilidad.
Estudió filosofía en la Universidad de Heidelberg donde coincidió con otro español, D. Manuel M. González Gordon, con el que trabó una gran amistad.
En la boda de su primo el Rey Alfonso XIII con Dª Victoria Eugenia de Battenberg conoció a Dª. Beatriz de Sajonia Coburgo-Gotha que era nieta de la Reina Victoria de Inglaterra y del Zar de Rusia Alejandro II (su madre era la Gran Duquesa Maria Alexandrovna Romanoff y su padre el Príncipe Alfredo, Duque de Edimburgo y Duque soberano de Coburgo).
REGRESO A ESPAÑA Y GUERRA DE MARRUECOS
Se mantuvo en esta situación en Marruecos durante el año 1912 realizando las funciones propias de su rango y, en la rutina de la guerra, ascendió 1º teniente. A finales de este año 12, recién creada la Escuela de Pilotos Militares con sede en Cuatro Vientos, cursó instancia para realizar las pruebas de acceso.
El 30 de mayo de 1912 nació su segundo hijo, Alonso, en su domicilio de Madrid, calle de la Quintana nº 5.
PILOTO MILITAR
Pasó las pruebas para el acceso a piloto de 1ª categoría el 21 de junio de 1913 quedando en la Aeronáutica Militar realizando vuelos como profesor y de entrenamiento hasta el gran acontecimiento que se produjo en octubre de aquel mismo año.
PRIMEROS VUELOS DE GUERRA
La organización de esta primera escuadrilla, resumidamente, era la siguiente; diez pilotos, seis observadores, un grupo de cincuenta y ocho especialistas ( mecánicos, cabos y soldados) y un único civil, el famoso fotógrafo y periodista Leopoldo Alonso; el material de vuelo lo componían cuatro biplanos Farman, tres monoplanos Nieuport, cuatro biplanos Lohner y abundante equipo de repuesto y reparaciones.
Esta escuadrilla fue pionera en el bombardeo aéreo, en acciones que obedecían a un plan de ataque planificado por el mando, con material especialmente diseñado ( visores y bombas) aunque, por carecer de lanzabombas, tuvieran que ser lanzadas a mano. Por estas fechas nació su tercer y último hijo, Ataulfo, el día 22 de noviembre de 1913.
LA TRANQUILIDAD DE LA POSGUERRA
Finalizada la experiencia bélica con el empleo de los aviones como nueva arma en los cielos de Marruecos se instaló en su domicilio de Madrid en la calle de Quintana 5, una confortable vivienda de tres plantas justo al lado del palacete ocupado por su tía la Infanta Isabel (la Chata), finca que después de la guerra civil sería adquirida por el Ejército del Aire para fijar la residencia oficial de la Región Aérea Central.
En una situación de gran estabilidad el Infante se dedicó plenamente a sus tareas militares, alternando sus cometidos de naturaleza estrictamente castrense con los compromisos sociales y los encargos, muchos de ellos de carácter diplomático, que le encomendaba su primo hermano el Rey. Así, no era raro para los vecinos de la calle de Quintana encontrarse al Infante montando guardia en la garita (recientemente desaparecida) de la puerta del palacete de su tía la Infanta Isabel, como verle fotografiado en la prensa gráfica de la época con motivo de algún acontecimiento social.
Quizá por el grado de parentesco y el hecho de conocerse perfectamente desde muy pequeños, acaso por la natural discreción que caracterizó siempre al Infante y sin duda por su amable presencia, su conocimiento de idiomas y gran cultura, el Infante era requerido con mucha frecuencia por el Rey para que le acompañara en numerosos actos públicos o para enviarle en representación suya en misiones de muy distinta índole. Esta predilección o distinción que el Rey tenía por el Infante, no tardaría mucho en despertar envidias y crearle enemistades.
VIAJES DE REPRESENTACIÓN Y VIDA SOCIAL
Ya en 1912, en un demoledor viaje de dos meses de duración, el Infante viajó a Tokio representando al Rey en los funerales del Emperador del Japón. En abril de 1914 acompañado de su ayudante Moreno Abella y un grupo de ingenieros militares, entre los que se encontraban Rodríguez Mourelo y los hermanos La Llave, se trasladó a Bucarest para entregar el uniforme de coronel honorario de Ingenieros a S.M. Carolo I de Rumanía.
Esta distinción se hacía para corresponder a la que Carolo I había tenido con la Corona Española al aceptar gustosamente el apadrinar al Infante D. Juan de Borbón en cuya ceremonia, celebrada en La Granja el día 14 de junio de 1913, fue representado por el Infante D. Alfonso de Orleáns y Borbón. No podía imaginar el Infante cuando sostenía en sus brazos al Infantito Juan sobre la pila bautismal que, pasados los años, aquel pequeño tendría una importancia capital en su vida.
En este mismo año 14 acompañó al Rey en la gran parada militar que se organizó con motivo de la jura de bandera, contando con la asistencia de la cúpula militar espñola, la de un ilustre soldado francés el Residente de Francia en Marruecos, general Lyautey y la del diplomático alemán embajador de Alemania en Madrid, príncipe Ratibor.
ASCENSO A CAPITÁN
Por su participación en la campaña de Marruecos le concedieron dos cruces de 1ª clase (de María Cristina y Mérito Naval), el 16 de mayo ascendió a capitán y poco después entró a formar parte del elenco de profesores en la Escuela Militar de Pilotos en Cuatro Vientos, donde ya se iniciaban las prácticas de vuelo en formación y acrobacia elemental, una actividad muy estimulante que el Infante desarrolló con plena entrega.
En al año 1915 el Infante mantuvo un régimen de vida y actividades muy similar al año anterior, si bien con menos tiempo libre para la vida social por encontrarse ocupado en sus vuelos de instrucción. Visita a la Academia de Artillería en Segovia acompañando al Rey, entrega de despachos en la de Infantería en Toledo, presidencia en nombre del Rey en el funeral celebrado en San Francisco el Grande a la muerte del general Azcárraga y la inauguración de un monumento en honor del general Vara del Rey y los héroes de Caney.
A mediados de mayo dos patrullas de aviones militares (Farman y Lohner) realizaron el viaje de prácticas Cuatro Vientos, Alcázar de San Juan, Albacete, Los Alcázares y regreso. En la patrulla Lohner compuesta por tres aviones el Infante consiguió completar los trayectos sin novedad, en el sentido de no quedarse tirado en un sembrado lo que, por otra parte, de haber ocurrido no hubiera asombrado a nadie.
Sin embargo la mayor satisfacción la obtuvo el 17 de junio. Aquel día subió a Cuatro Vientos con sus dos hijos mayores a los que estuvo enseñando los aviones, montándose a continuación en un Lohner con el primogénito Álvaro, que recibió así un bautismo de vuelo de ocho minutos de duración.
¿DESTINO EN COMISIÓN O EXILIO ENCUBIERTO?
El año 1916 traería importantes cambios en su vida. Su cada vez más acusada presencia en los medios de comunicación de la época, la evidente popularidad que estaba adquiriendo y ciertas desavenencias familiares propiciaron su salida del ámbito cortesano y, posteriormente de España. Su última aparición en público con el Rey se produjo en mayo con motivo del discurso de la Corona ante la Cortes.
Pocos días después en el mismo mes se consiguió en Cuatro Vientos la extraordinaria fotografía de un grupo de los más destacados pilotos militares con algunas de sus esposas. Esta sería también la última fotografía que, como militar piloto, se le tomó al Infante aquel año de 1916. El 25 de julio, con su mujer e hijos, abandonó España para instalarse en Suiza como agregado a la Legación de España en Berna, permaneciendo fuera de su país ocho largos años.
Aunque se ha dicho que la misión del Infante D. Alfonso de Orleáns y Borbón en Berna era la de estudiar la Navegación Aérea de Altura (sic) y también seguir el curso de la guerra el propio Infante tenía una opinión muy distinta. Estaba convencido de que su salida de España con obligación de llevar a toda la familia por un tiempo indefinido, y la tapadera oficial de estudiar al ejército suizo, no eran más que un gran montaje para suavizar una especie de destierro encubierto. Sin embargo su lealtad a la Corona permaneció intacta a lo largo de su vida, como puso siempre de manifiesto en cuantas ocasiones se vio en la necesidad de hacerlo, muy especialmente en los trascendentales acontecimientos y amargas horas que vivió Alfonso XIII el 14 de abril de 1931.
AGREGADO A LA LEGACIÓN ESPAÑOLA EN BERNA
Cuando en 1916 el Infante y su familia al completo se instalaron en Berna (Suiza) sus vidas cambiaron considerablemente. Excepto los lógicos y pequeños problemas derivados de la integración de sus hijos, todavía pequeños, en los prestigiosos colegios suizos, el matrimonio se adaptó perfectamente a una sociedad, sin duda muy diferente de la española de aquella época. Por su condición de militar el Infante tuvo, en aquellos años que van de l916 a 1921, motivos suficientes para no sentirse aburrido.El diario seguimiento de las operaciones de la I Guerra Mundial en la que se empleaban ya los aviones con probada y creciente eficacia, las pocas e imprecisas noticias que podía obtener de las operaciones de las tropas españolas en Marruecos y el estudio de su gran pasión, la aviación, consumían todo su tiempo. Fruto de la investigación y el trabajo de aquellos años en el campo de la aviación y sus continuos progresos, es el informe (prácticamente un libro) que presentó a sus superiores en el Ministerio de la Guerra con el título “Funcionamiento y régimen interior de la Escuela de Pilotos de Netheravon” fechado en 1924.
A finales del año 1921 su relación con el Rey y el Gobierno de turno experimentó algunos cambios, en el sentido de que en la Corte se empezó a considerar favorablemente la posibilidad de su regreso a la Península. Fue un año difícil en el que el Infante, muy atento a las noticias que llegaban de España, tuvo conocimiento de la deplorable pérdida de la posición Benítez, el descomunal desastre de Annual y el derrumbamiento final de la Comandancia Militar de Melilla en aquel trágico verano del 21.
Pero como no todas las noticias habían de ser necesariamente malas, también se enteró de la inauguración de la primera línea aérea comercial española de CETA, con un servicio de Sevilla a Larache y vuelta para llevar el correo en el día, según decían los cronistas de la época, a nuestras sufridas tropas y a cuyo vuelo inaugural en Tablada en el mes octubre acudieron, en representación de los Reyes, el matrimonio compuesto por el Infante D. Carlos de Borbón y la Infanta Dña. Luisa de Orleáns, los padres de Dña. María de la Mercedes de Borbón y Orleáns, todos ellos familia muy querida del Infante.
Apurando ya su larga estancia en Suiza, en el año 22 el Infante aprovechó la libertad de movimientos que le facilitaba su especial situación para realizar un curso de piloto de caza y profesor de cuatro meses de en la Escuela de Pilotaje y Transformación en la base de Netheravon (Inglaterra) donde voló varios tipos de avión (Avro, Bristol y D.H.9), una extraordinaria experiencia que le seria muy útil más adelante en su carrera de aviador.
EL ANSIADO REGRESO A ESPAÑA
La Real Orden de 29 de agosto de 1922, por la que se declaraba disponible en la 1ª Región Mi1itar al capitán de Infantería A1fonso de Orleáns y Borbón, representó el fin de una situación tan irregular en la vida del Infante como en el propio funcionamiento militar, circunstancias que el Infante procuró olvidar rápidamente porque lo importante y lo que realmente significaba para él la tan esperada Real Orden era su regreso a España. Poca o ninguna importancia concedió el Infante a que su cese oficial como agregado a la Legación Española en Berna saliera publicado dos años más tarde.
Después de instalarse en su confortable casa de la calle de Quintana 5 en Madrid, su primer destino fue en Los Alcázares con la misión de organizar y dirigir un curso de caza con avión Spad. En este curso, en el que el Infante tuvo ocasión de aplicar las más modernas técnicas de enseñanza aprendidas en Inglaterra, se llegó a practicar el looping en formación, siendo a continuación destinados a Marruecos, todos los componentes de esta promoción, para volar los Martinsyde en misiones de guerra. Finalizó el año 23 realizando varios viajes para ampliar conocimientos y llevar a cabo cursos y visitas a las casas constructoras de aviones de los más importantes centros y bases aéreas de Inglaterra.
El mes de febrero de 1924 recibió en Tablada a la Reina Maria de Rumania y a la Princesa Ileana que visitaban España. El Infante obsequió a la Princesa con un vuelo a Granada y vuelta en Breguet XIV, toda una aventura En octubre de 1924 inició un curso de algo más de seis meses de duración, diseñado y dirigido por Kindelán para la formación de Jefes de Aviación. El curso se enmarcaba en el plan general de preparación de campaña pensando ya en lo que poco después se materializaría en la gran ofensiva de Alhucemas, una acción cuyo éxito marcaría el principio del fin de la guerra con Marruecos.
Profesionales de aviación tan prestigiosos como el general José Mira Canicio, Director de la Escuela Superior del Aire, y el también general José Sánchez Méndez, gran conocedor del pensamiento y de la doctrina de Kindelán y creador en I988 de la Cátedra que lleva su nombre, opinan que este curso iniciado en I924 bien podría ser el origen de la Escuela superior del Aire. Después de terminar el largo curso que le habilitaba para el ascenso a comandante ya sólo cabía esperar. Durante el año 1925 supo que su madre, la Infanta Eulalia se había instalado, con carácter permanente, en San Sebastián.
Ha sido un verdadero placer conocer a tan ilustre persona y su pasión por la aeronáutica española.
Los comentarios están cerrados.