A lo grande (Exhibición 6 de octubre de 2019)

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Formación de biplanos el 6 de octubre de 2019 (foto Shery Shalchian)

La exhibición FIO de octubre de 2019 ha sido de las que no se olvidan, probablemente una de las mejores que hemos tenido y eso que llevamos ya unas cuantas… No es, sin embargo, lo único digno de contar desde la crónica del mes pasado, así que vamos a retroceder un poco para repasar lo que ha dado de sí el mes de septiembre.

El 15 de septiembre, dos semanas justas después de la última demostración, teníamos un nuevo evento aeronáutico en Cuatro Vientos. Organizado por el SEPLA y enmarcado dentro de los actos de celebración del Centenario del Transporte Aéreo en España, “Aviadoras: Mujeres que rompen moldes” fue todo un éxito a pesar de la meteorología.
Para ese día teníamos previsto poner en el aire casi una veintena de aviones, a los que se uniría el equipo acrobático de Repsol y la Patrulla Águila. A estos últimos, por desgracia, los dejó en tierra la gota fría que asoló el levante español en esos días y causó no pocos problemas en las instalaciones de la Academia General del Aire, pero es que a primera hora de la mañana parecía que no iban a volar ni las palomas. Había estado lloviendo con fuerza durante toda la noche y, aunque a eso de las nueve había escampado un poco, lo cierto es que las previsiones para el resto de la jornada no eran especialmente optimistas. Había que intentarlo, no obstante, así que nuestros mecánicos empezaron a traer un avión tras otro al corralito, los de cabina abierta protegidos por lonas, con la esperanza de que las nubes nos dieran algo de tregua, pero justo cuando venían empujando el Dragon Rapide empezó a caer agua con bastante más fuerza. No quedó más remedio que devolver todos los aviones al hangar.

Los mecánicos empujando el Dragon, momentos antes de tenérselo que llevar otra vez por culpa de la lluvia (foto Shery Shalchian)

Sin embargo, mientras trabajábamos ya en el Plan B -visitas guiadas al hangar museo para al menos parte de los asistentes-, volvió a mejorar algo la situación, lo suficiente como para poder sacar al menos a los aviones pesados y para que Cástor Fantoba hiciese el ejercicio acrobático que tenía previsto,  el mismo que le había valido la plata en Free Style en el último Mundial. Finalmente, la Mentor, el T-6 y el Twin Beech pudieron despegar a la hora prevista, y sus pasadas en formación fueron lo suficientemente espectaculares como para arrancar entusiasmados aplausos del público. Cuando le llegó el turno, Cástor no decepcionó en absoluto. El techo de nubes había quedado lo suficientemente alto -aunque no por mucho margen- como para que pudiera realizar su demostración con todas las garantías, dejándonos, como en él es habitual, con la boca abierta de par en par.
Con el buen sabor de boca que había dejado la exhibición aérea, aunque fuera en versión reducida, todos los invitados acudieron a la carpa en la que se desarrollarían el resto de actos previstos. La FIO volvió a estar presente de la mano de dos de los voluntarios “azules”, quien esto escribe con una mini-conferencia sobre las pioneras españolas, centrada en las figuras de María Bernaldo de Quirós, Mari Pepa Colomer y Dolors Vives, y mi compañera Almudena, actualmente piloto privado y de camino a obtener su licencia comercial, que participaba en una mesa redonda con aviadoras de varias épocas, entre las que se encontraba nada más y nada menos que Bettina Kadner, la primera piloto comercial española. Sirva el siguiente vídeo, publicado por el SEPLA, de resumen gráfico de tan bonita ocasión.

Por desgracia, muy pocos días después, conocimos la triste noticia de que una joven aviadora, la alférez Rosa María Almirón, y su instructor, el comandante Daniel Melero, habían perdido la vida durante un vuelo de entrenamiento en la AGA. El suceso es aún más duro de asimilar al saber que la alférez no estaba sino iniciando su formación como piloto, y que ése era tan sólo su segundo vuelo. Desde aquí recordamos a ambos, instructor y alumna, deseando que vuelen ahora mucho más alto.

El día 26 recibimos en la FIO a un grupo de empleados de Boeing procedentes de varios países, a los que enseñamos nuestro museo en una visita que se fue estirando hasta alcanzar la hora y media, dado el extraordinario interés que mostraron tanto por los aviones de la colección como por el contenido de cada una de las vitrinas. No debieron acabar muy cansados, porque acabaron invitándonos a continuar la charla aeronáutica en el Pilot’s Bar, donde aún estuvimos otro buen rato. Así da gusto compartir afición. Posteriormente, el sábado 28 vino a vernos una asociación de amantes de las motos clásicas Hardley Davidson, Capital Chapter Madrid, que llegaron sobre sus monturas para fotografiarse en el corralito delante de una de nuestras Bücker Jungman y de la Pitts Special.

Una imagen inusitada: 35 Harley-Davidson, una Bücker y la Pitts (foto Rubén Garrido)

También a ellos les enseñamos el museo y se fueron muy contentos con la experiencia. Este tipo de eventos no sólo ayudan a dar a conocer nuestra colección y la historia que representa, sino que ayudan al mantenimiento de la misma gracias a los donativos que realizan empresas y asociaciones. ¡Todo cuenta para que nuestras joyas puedan seguir volando!

Esto es un no parar, y antes de la exhibición de noviembre aun nos quedaba otro acto por llevar a cabo. Se trataba de la presentación del libro “¡Es un ocho cubano!”, que tuvo lugar el viernes 4 de octubre en el salón azul del RACE. Su autor, Calixto Alberto de León, colaborador de la FIO desde hace ya bastantes años, nos habló del Curtiss P6 “Hawk”, un precioso biplano que voló por primera vez en 1927, y de algunos de los aviadores célebres que lo pilotaron, en particular el estadounidense Len Povey y el as alemán Ernst Udet. Este tipo de obras no es ni mucho menos habitual encontrarlas en castellano, por lo que es muy de agradecer el esfuerzo que ha hecho Calixto a lo largo de varios años, recopilando información que hasta ahora no estaba disponible en ninguna otra parte en forma de libro, y acompañándola de multitud de fotos y esquemas de pintura que harán las delicias de los aficionados, algunos de los cuales tendrían oportunidad de llevárselo a casa el domingo, puesto que Calixto estaría firmando ejemplares al lado de la tienda FIO durante toda la mañana.

 

Con esto llegamos a la exhibición propiamente dicha, especialmente dedicada en esta ocasión a uno de nuestros patrocinadores más antiguos, la empresa Repsol. Teniendo en cuenta el buen tiempo, casi demasiado para estas fechas, y la anunciada presencia del equipo Bravo 3 con Cástor Fantoba y Juan Velarde, se preveía una buena entrada… ¡y vaya que si lo fue! Cuando aún quedaba rato para que despegaran los aviones ya se estaba colgando en taquilla el cartel de Aforo Completo... Así es como lo vimos desde dentro:
9:00. Colocando aviones, preparando señalización, abriendo carpas, disponiendo artículos en tienda… Actividad febril en todas las áreas.
10:00. En la puerta ya se está formando cola y eso que aún queda media hora para abrir la taquilla. Los aviones están ya todos en su sitio y con los calzos puestos, bien en el corralito o bien en la calle de rodaje que une el RACE con la plataforma general. Ponemos vallas, pivotes y cadenas para delimitar las zonas de paso, volvemos a probar la megafonía, walkie-talkies encendidos y pinganillos en la oreja, vamos, vamos…
11:00. No hemos hecho más que empezar y ya debe haber aquí en torno a un millar de personas. En mitad del corralito, que luce sobre sus vallas carteles nuevos donados por Repsol, se sitúan los Sukhoi de los dos campeones, rodeados por los aviones de la colección FIO que van a participar en la demostración en vuelo. Especialmente bienvenida es la reaparición del Dragon Rapide, tras pasar por su revisión anual y haberse tenido que quedar en tierra el día del evento de Aviadoras, junto con la Jodel Compostela y la Pitts Special. Los tres vuelven a lucirse hoy delante del público después de un periodo de descanso obligatorio y esperamos que en próximas exhibiciones vaya incorporándose alguno más, como es el caso del añorado Mosca -siempre nos preguntan por él-. Durante la visita guiada, la muchedumbre que sigue a nuestro speaker es especialmente numerosa, y no deben de aburrir sus explicaciones porque nadie se mueve de su lado. Mientras, en el taller infantil -también con carpa nueva, es día de estrenos-, 24 niños están descubriendo quiénes son Cástor y Juan y en qué consiste su trabajo en las alturas. Casi todos ellos estarán un rato más tarde pugnando por llevarse un autógrafo de cada uno. En el puesto de socios FIO tampoco se conoce el descanso, pero la tarea da su fruto: al final de la jornada serán 13 los nuevos miembros de nuestra aeronáutica familia a los que habremos de dar la bienvenida. ¡Todo un récord el de este domingo!

El corralito visto desde la torre de megafonía (foto Miguel Ángel Gómez)

12:30. Con el público ya al otro lado de las vallas, los pilotos se reunen en el centro del corralito y el Presidente de la FIO, Carlos Valle, dirige unas palabras de agradecimiento a nuestro patrocinador Repsol, por su apoyo permanente durante los casi 30 años de historia de la Fundación. A continuación es Juan Velarde quien toma el micrófono para recalcar el trabajo continuo desde esta empresa en favor de los deportes de motor, anunciando de paso, para quien no se haya enterado, que Marc Márquez acaba de ganar, en el Gran Premio de Tailandia, su octavo título mundial de motociclismo. Ahí queda eso.
12:45. Da comienzo el arranque de motores. 15 minutos después, con apenas una ligera brisa procedente del este, la esbelta figura del planeador Swallow se destaca ya contra el casi inmaculado azul con el que se ha vestido esta mañana el cielo madrileño. La Dornier 27, que lo ha remolcado hasta allí, pica para soltar el cable, mientras el resto de nuestros aviones se encaminan uno tras otro a la cabecera de la pista 09. Ésta es la que más nos gusta en los días de exhibición, ya que permite al público disfrutar mucho más de los despegues. Entre ellos vamos a destacar el de dos aviones que están hoy de vuelta y el de otro que no suele ser noticia, pero que tiene también mucho que contar.

Jodel “Compostela” (foto Paco Rivas)

Como contábamos un poco más arriba, en esta exhibición vuelve al aire nuestra humilde Jodel “Compostela”, inconfundible con esas alas que parecen de gaviota debido a su particular diedro. De origen francés pero fabricada bajo licencia en Santander por la empresa Aero Difusión, en los años 60 fue muy popular en los distintos aeroclubs españoles, tanto como avión de entrenamiento como para vuelo deportivo, pues con una autonomía cercana a los 900 km y una velocidad de crucero que ronda los 190 km/hora, era posible ir con ella a cualquier parte. Seguro que entre nuestros visitantes de este domingo hay alguno que contempla su paso con añoranza por haberlo volado “en sus años mozos”. ¡Qué bien tenerla ahí otra vez!

 

Pitts S2A Special (Foto Paco Rivas)

Otro esperado regreso era el de nuestra querida Pitts, de nuevo operativa y dispuesta a dar mucha guerra. Inquieta y deliciosa en el cielo, y un tanto puñetera en el suelo -según cuentan sus pilotos-, muchos opinan que la aparición en el mercado en 1971 de la versión S2 supuso un antes y un después en el mundo de la acrobacia. A finales de los 70 llegaron dos de ellas al Club Acrobático José Luis Aresti y me sé de alguno que se pasaba largos ratos embobado viéndolas entrenar encima de Cuatro Vientos. En los años 80 se hizo muy popular debido a su aparición en la película “Cloud Dancer”, protagonizada por David Carradine -muy conocido entonces por la serie “Kung-Fu”- y estrenada en España con el título “El desafío del cóndor”. En esta ocasión la Pitts se prodiga sólo lo justo, apenas un par de maniobras, ya que tiene que dejar tiempo para el Bravo 3 al final de la exhibición -sólo disponemos del espacio aéreo de Cuatro Vientos durante una hora al mes, absolutamente improrrogable, y con eso tenemos que apañarnos-, pero ya volveremos a tenerla como protagonista algún domingo de estos.

 

Stinson 108 “Voyager” (foto de Paco Rivas)

El Stinson 108 Voyager pasa por ser uno de nuestros aviones más discretos. No puede competir en romanticismo con los biplanos, en elegancia con los estilizados monoplanos de los 30s, o en espectacularidad con los pesados y los acrobáticos, pero los más entendidos saben apreciar sus líneas tan “años 50” y lo que supone en la historia de nuestra aviación comercial, pues docenas o quizá cientos de tripulaciones pasaron por su cabina a lo largo de los años. También tuvo su momento de gloria en el cine, en aquella inolvidable escena final de “Un recluta con niño”, y pronto volverá a tenerlo cuando todo el mundo lo vea en cierto anuncio de cierta marca protagonizado por… Pero no, me callo, pues como decían en el Un, Dos, Tres… “¡hasta aquí puedo leer!”

 

Además de los ya mencionados y a los que vamos a nombrar un poco más abajo, vemos pasar al British Eagle 2, a la De Havilland Chipmunk y a la Piper L-4, pero de ellos ya hablaremos más otro día para no hacer esta crónica eterna.
Los vuelos en formación se inician con nuestro “trío de película”, compuesto por el Boeing Stearman, la De Havilland DH-60 Moth y el Polikarpov Po-2, tres aviones muy diferentes entre sí aun compartiendo la condición de biplanos. El más pesado y potente de los tres, el Stearman, va liderando la marcha seguido muy de cerca por sus compañeros, se diría -y se diría bien- que va conteniéndose para no dejarlos atrás. Por cierto, respecto a lo del cine gana de calle el Stearman -sus apariciones sobre el celuloide son casi incontables-, seguido de la Moth y sus “Memorias de África”, pero acabamos de enterarnos de que está en preparación una película sobre la famosa as soviética Lydia Litvyak, y raro será no ver algún Po-2 en ella.

Stearman y Po-2 (foto Shery Shalchian)

Poco después llega la segunda formación de biplanos, un rombo liderado por el De Havilland DH-89 Dragon Rapide, dos Jungman en los extremos y la Jungmeister en la posición de “perro”. Cualquiera de estos aviones, por separado, es precioso. Los cuatro juntos -muy, pero que muy juntos- forman una estampa de tanta belleza que, sin necesidad de acrobacias, provoca espontáneos aplausos del numeroso público que los observa desde el corralito. Poco después, el Dragon Rapide se luce por su cuenta con unas fenomenales pasadas -¡Carlos, que hoy no llevas el Mosca!-. Qué máquina más bonita. Cada vez que alabea para emprender un viraje parece llevarse puesto, sobre sus planos y su fuselaje, todo el sol de tan maravilloso domingo. Qué acierto, en su momento, haberlo pintado con los colores del ejemplar que volaba en 1940 en Guinea Ecuatorial, en la línea que unía Fernando Poo y Bata. Si ya es bonito leer sobre Historia en los libros, ¡cuánto más bonito es verla pasar volando ante tus ojos!

DH-89 Dragon rapide en plena exhibición (foto Shery Shalchian)

Asoman a continuación nuestros más potentes monoplanos -con permiso del ausente I-16-, el Twin Beech, el T-6 y la Mentor, precedidos por el notable estruendo que arman entre los tres. De nuevo se vienen a la cabeza imágenes de cine, de esas películas sobre la Segunda Guerra Mundial que los más aerotrastornados hemos visto una y otra vez, y se acuerda uno de los miles y miles de pilotos que aprendieron su oficio a bordo de aviones como estos a partir de 1940. Tras las pasadas en formación, cada avión realiza su propia actuación en solitario y, como ya viene siendo costumbre, la Mentor y el T-6 se despiden regalándonos un tonel. Que nadie se extrañe por tanto al ver la siguiente foto: no es que la hayamos puesto al revés, ¡realmente el T-6 iba así!

El Texan enseñando las ruedas al cielo (foto Paco Rivas)

13:50 Hasta aquí los aviones históricos, pero en esta ocasión el plato fuerte es el del postre: Cástor Fantoba y Juan Velarde, el equipo Bravo 3 de Repsol, hacen su entrada. ¡Damas y caballeros, respiren ahora, que luego se les olvidará!
La actuación de los dos Sukhoi es realmente apabullante. Perfectamente coordinados se van a la vertical hasta quedar detenidos, exactamente a la misma altura, con el morro apuntando hacia lo alto, como deleitándose con el suspense que están creando entre el público. De repente, los dos a la vez, se descuelgan del cielo entre nubes de humo blanco y se zambullen hacia la pista, remontando en direcciones opuestas para cruzarse el uno con el otro justo enfrente de más de dos mil miradas. ¡Oooooh, aaaaah! Es el delirio. A continuación ejecutan una maniobra que la Patrulla Águila ha hecho muy popular en las últimas temporadas, el famoso “sacacorchos”, que sin duda les queda preciosa. Después regresan en formación de espejo, el Sukhoi de Cástor en invertido, casi pegado al de Juan, y como si fueran unidos por invisibles alambres inician un looping así de juntitos, sin separarse ni un centímetro. Juan nos explicará más tarde, después de que se haya marchado el público, que durante esta maniobra él va razonablemente cómodo, pero Cástor debe soportar entre 6 y 7 gs negativas al comenzar el ascenso y después otra vez al remontar, justo al final del looping. Tremendo.

Cástor Fantoba y Juan Velarde poniéndonos los pelos de punta una vez más (foto Shery Shalchian)

Mientras todo el mundo mira hacia arriba, en tierra nos llevamos un pequeño susto, aunque afortunadamente sin consecuencias. Dos de nuestras compañeras, que están despachando en la tienda, se han dado cuenta de que al otro lado del mostrador una chica joven parece encontrarse mal, se está mareando. Rápidamente salen a socorrerla y lo hacen justo a tiempo, porque ya iba de camino del suelo. Avisado el SAMUR, el médico que la atiende decide que es mejor llevársela al hospital para tenerla un rato en observación, y que es necesario acercar hasta allí la ambulancia. Los voluntarios del grupo de seguridad se encargan de apartar vallas y de abrirle camino a través del corralito y de las dos mil y pico personas que, ajenas la mayoría a lo que está sucediendo a su espalda, siguen contemplando la demostración del equipo acrobático Repsol. Al mismo tiempo el director de exhibición contacta con la torre de control y los controladores envian a uno de los camiones de bomberos que componen la dotación del aeropuerto para que guie a la ambulancia a través de la plataforma. Para cuando los dos Sukhoi encaran la pista para aterrizar todo ha terminado y muy poca gente se ha dado cuenta. Todo el dispositivo ha funcionado a las mil maravillas.
14:05 Cástor Fantoba y Juan Velarde detienen sus aviones muy cerca del corralito y se acercan a las vallas a saludar al público y a firmar autógrafos con su simpatía habitual, a pesar de que sus rostros muestran huellas de la paliza que acaban de darse. Es el final de un magnífico día de exhibición, aunque a muchos de los asistentes aún les quede un rato largo para poder abandonar el párking con sus coches. Es de esperar que este inconveniente, inevitable en este tipo de acontecimientos -los que hemos asistido ya a un buen número de airshows, dentro y fuera de nuestras fronteras, lo sabemos por experiencia-, no sea de lo que más se acuerden. En lo que a nosotros respecta, para cuando terminamos de recogerlo todo hace ya tiempo que se había deshecho el atasco, alguna ventaja teníamos que tener, aunque la satisfacción más grande que nos llevamos es que, en un día tan importante para la FIO, todo haya salido tan bien.
Si te ha gustado lo que has visto o lo que acabas de leer, te invitamos a convertirte en socio de la FIO o, si ya lo eres, animar a algún conocido para que se decida a formar parte de este proyecto histórico. ¡Volvemos el mes que viene!

 

Texto: Darío Pozo Hernández
Fotos: Shery Shalchian, Paco Rivas, Rubén Garrido y Miguel Ángel Gómez.

 

1 pensamiento sobre “A lo grande (Exhibición 6 de octubre de 2019)”

  1. La mañana del domingo 6 de octubre fue de 10. Un tiempo increíble, un ambiente espectacular y poder ver esos abuelos que aún pueden volar, y me refiero a los aviones, fue emocionante para los amantes de la aeronáutica. Y por supuesto hay que mencionar la exhibición de Fantoba y Velarde auténtico broche de oro y los aplausos lo demostraron. A seguir así o mejor.

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